La Cueva International

sábado, 16 de noviembre de 2013

La Fiesta del Cine (MUCES)

Queridos feonautas...

Así habría empezado su entrada de blog, Bea, la prota de Yo soy Bea. "¿A qué viene esto y qué tiene que ver con la MUCES?" os preguntaréis. Pues bien, yo os contesto.

Ayer estuve de voluntaria ayudando en la organización de la Fiesta del Cine, dedicada este año a homenajear al grandísimo actor Emilio Gutiérrez Caba, y una de las invitadas fue la actriz María José Goyanes, a la que conocí precisamente en su papel de Alicia Echegarái en dicha serie. Ese personaje era una señora antipática, estirada, maquiavélica... Y ayer, con su actitud, demostró que ese tipo de papeles la vienen al pelo.

Yo estaba a la puerta del auditorio acompañando a los invitados ilustres (véase actores, directores, críticos...) a sus respectivos asientos. Al ser la mayoría extranjeros y/o poco conocidos, me dieron una lista con sus nombres y sus fotos -gesto que agradecí enormemente, porque, de la lista que me dieron, conocía a cinco o seis- y un croquis de la sala con las butacas marcadas con el nombre de cada uno y sus acompañantes.
Cuando llegó María José Goyanes -a las nueve menos veinte pasadas, empezando el acto a las ocho y media-, vio que miraba en mis papeles buscando el plano de la sala, y también que tenía la lista con su foto. Me miró de arriba a abajo y con tono bastante prepotente me dijo «yo soy María José Goyanes», y a mí, que me sentó bastante mal su falta de respeto la contesté ni corta ni perezosa «ya, si yo a usted la conozco, solo estaba mirando dónde tienen que sentarse.» Y al ver que no se inmutó la dije que si tenían la amabilidad de seguirme. Anduve a un paso ligero porque ya se estaba retrasando mucho la gala y aún quedaba mucha gente por entrar. Bueno, pues ella fue pavoneándose por la sala a paso de procesión. Cuando llegaron a sus butacas, la única que me lo agradeció, y además con una amplia sonrisa fue su acompañante, la que después dedujimos que sería su sobrina por su parecido físico.

Una actitud que nada tuvo que ver con, por ejemplo, la de Juan Diego, que ya estuvo el año pasado y conocía a los organizadores, y en cuanto llegó acompañado por su hija, se acercó a saludarles efusivamente sin perder la sonrisa en ningún momento, o Tristán Ulloa, que tuvo un gesto precioso durante su discurso de homenaje: Cuando subió al escenario, iba hablando por el móvil, lo cual causó cierto estupor en los asistentes. Hablaba con "su hermana" y le dijo algo así como «Estoy en Segovia, que están haciendo un homenaje a papá, y me he acordado de ti porque detrás de mí tengo la foto en la que papá está con mamá en el hospital»
La mayoría de la gente no entendió a qué venía aquello ni quién era esa señora que felicitaba a "su padre" a través del manos libres del teléfono del actor. Por eso, cuando estaba apunto de colgar le dijo a ella «La gente aquí no entiende qué está pasando ni quién habla...» y al público «Es Ana Risueño». La sala estalló en aplausos.

Para quien no viese Gran Reserva, Emilio Gutiérrez Caba era Don Vicente Cortázar, padre de Miguel Cortázar (Ulloa), y de Emma (Risueño), y el hecho de que se acordase de ella y la llamase para que, aún en la distancia, pudiese felicitarle por su homenaje me pareció un gesto muy bonito y muy humano que demuestra que algo tan simple como un hermanamiento ficticio, puede acabar en una amistad que rompe con lo "políticamente correcto" y que, aunque en un pricipio chocase a los asistentes, se convirtió en una muestra de profesionalidad y, más que eso, del gran cariño que se profesa aún hoy "la familia Cortázar".

Al homenajeado no pude acompañarle a su asiento porque en cuanto le vieron aparecer, le rodearon entre los organizadores y le acompañaron ellos, pero bueno, pasó a mi lado por el pasillo. Menos da una piedra.

Mención aparte merece un divertidísimo Javier Veiga, presentador de la gala, que cada vez que subía al escenario, con que dijese dos palabras el auditorio entero era una carcajada. Acabé con agujetas en la tripa y la cara dormida de reír, y las manos rojas de aplaudir. Y no exagero. Aún hoy recuerdo alguna de sus perlas y me sigo riendo yo sola.

Después de que el alcalde, Pedro Arahuetes, entregase el As de Segovia a Don Emilio, entramos al Parador a tomar un "piscolabis".
Una vez que hubo entrado todo el mundo, entraron los invitados de honor, a los que, tanto a Vero, -mi compañera, también voluntaria- como a mí nos pareció absurdo cortarles la entrada, pero, precisamente el homenajeado, se empeñó en que se la cortásemos igual que al resto.
Juan Diego llegó detrás de ellos y se puso a bailar al oír la música cuando aún estaba en el precinto de entrada, y entró al salón bailando. Vero me miró con cara de aguantarse la risa y vio que yo estaba igual, así que nos reímos.

Al cabo de un tiempo, sirvieron la cena a los ilustres en un salón reservado y, nuevamente, la Goyanes demostró su falta de educación cuando corrió hacia donde estaban sus compañeros gritando «vamos, que ya está la mesa puesta». Mi cara y la de mis compañeras fue un poema.

Cuando acabó la fiesta y ya nos íbamos todos los voluntarios a tomar algo por ahí, estaba Tristán Ulloa fumando a la puerta, así que le abordamos para hacernos fotos con él y le dijimos dónde podrían seguir la fiesta si se animaban. Creo que les apetecía poca fiesta haciendo tan malo como hacía y nevando como nevaba, pero bueno.

Y así acabó la Fiesta del Cine.

4 comentarios:

  1. Tiene que haber de todo en esta vida... pero luego uno siempre recuerda a los amables y cercanos!! :)

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    1. Por supuesto! Ulloa y Veiga son encantadores, y aunque con Gutiérrez Caba y Juan Diego no pude estar, se les ve también muy cercanos y divertidos

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  2. algun dia te contare una historia con javier veiga! XD

    coqui

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    1. Ay, coqui, coqui... Miedo me das xD
      Ayer me encontré a la Goyanes por la calle al ir hacia el Metro... Jajajajajaja

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