Desde pequeña me ha encantado ver cómo el oftalmólogo al que suelo ir rellenaba recetas y cartillas de graduación con una pluma, siempre con tinta negra.
En unos Reyes, empecé a abrir paquetes y me encontré con un palillero con un juego de plumillas y un tintero, un rodillo de secante, un lacre con una E en el sello y el más bonito de todos... Una pluma de oca azul oscura con un punto de latón dorado. Preciosa.
Reconozco que lo he usado poco, pero es que ahora a ver quién manda cartas escritas a pluma selladas con lacre...
Y me pasé del Bic a las estilográficas en 4° de ESO después de que Fernando Lalana se pasara por el instituto a hablarnos de su libro (un poco a lo Umbral) El Asunto Galindo y después de la charla nos firmase los libros. Me fijé en que escribía con pluma y me dijo que rara vez usaba bolígrafo, ya que con pluma se escribe mucho más rápido.
Y por eso escribo con pluma. De todos los colores y estilos, cartucho o depósito, azul o negra para escribir y naranja, roja, verde, rosa y granate para poner títulos o subrayar.
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